Estoy elaborando una historia la cual, pretendo que sea como una semillita que crece..., da luz... y es distinta su planta a los grandes monocultivos...
Un pequeño fragmento y el "continuará"
DIMENSIONES Y ÓSMOSIS.
Presentación: “ Yo, Mliashuay, una mujer de la dimensión digamos…
“vitalista”, al igual que mi hombre, Mrenyies, dejamos unas crónicas de
nuestras andanzas en este especial cuaderno al que ni el fuego puede destruir
porque está hecho con una aleación de flexibles húmedas piedras preciosas,
elástico papel de un hermoso árbol de crecimiento ultra-rápido y tinta eterna
que en esta dimensión a la que se llama “Tierra” no son conocidos ni existen.
Se adjuntan también testimonios de amistosos terrícolas, algunos de
ellos rescatados de las garras de una extraña bestia que significaba una muerte
segura, siendo esta experiencia la que más nos impactó y… en cierto modo
envenenó.
Así mismo, dejamos constancia de que hay dos copias de este cuaderno,
pues una de ellas, escrita en esperanto, que es una lengua terrícola con un significado especialmente positivo para la familia esperanto-
hablante que nos acogió, se queda en la Tierra, en poder de esa misma familia.
****************
EL VIAJE- ÓSMOSIS.
En nuestra dimensión, cuando alguien muere, además de perder brillo y
color, desprende unas moléculas inconfundibles que… desaparecen al poco rato.
Nosotros, Mliashuay y Mrenyies, somos científicos y todas las
observaciones, teorías, pruebas, seres vivos e inertes, etc. los clasificamos,
estudiamos, ordenamos… Así que estábamos al tanto de los signos que
técnicamente indicaban.- e indican, como así nos demostró el viaje que pudimos
hacer.- que hay otros mundos, en otras dimensiones, frecuencias, vibraciones…
como se quiera llamar, y uno de esos signos, son las misteriosas, llamativas,
moléculas del color de la carne y el pelo de cualquier ser que acaba de morir
sin brillo ni intensidad. Una carne y un pelo que se tornan demasiado pesados…
como para aguantar demasiado tiempo sin desaparecer, sin “hundirse” en otra
densidad menos liviana que la nuestra.
Por eso, ya habíamos acordado poner en marcha, cuando alguien o algún
animal se muriera, nuestra pompa de viaje, hecha de flexibles piedras preciosas
de un color blanco níveo y transparente a la vez, que junto al brillo de
nuestras moléculas y la electricidad natural, se tornaría invisible y repelente
ante los obstáculos de éste y el otro mundo. Al mismo tiempo, su propiedad
eléctrica, canalizada a través de una herramienta con varitas de ondas en
espiral para hacer que la pompa se mueva, y, lo más importante, sea atraída por
esas moléculas de muerte para “hundirse” con ellas en su espiral
inter-dimensional y después, acelerar cuando se desee, la canalización haciendo
que la pompa sea menos densa y pueda volver a nuestro mundo.- como así nos
demostró la esfera de prueba cronometrada.- da casi el 100% de seguridad.
Siete días antes del solsticio de verano, el viernes 17 del primer calor de
6018, viernes 17 de junio de 2016 según uno de los calendarios de la dimensión Tierra,
moría Lámreni, uno de nuestros venerables ancianos de la comunidad científica y
como hubimos acordado y sabiendo que la idea le hizo mucha ilusión en vida,
aprovechamos sus moléculas de muerte para viajar a esa misteriosa dimensión.
Después de notar durante unos cinco minutos un lento movimiento en
espiral en el que se sentía la carga de pesadez de nuestra pompa debido a las
moléculas, de repente dejamos de verlas y nos encontramos flotando a unos
metros de una bella cordillera boscosa. Estuvimos esperando ahí una hora, lo
que tarda en salir de su dimensión el cuerpo de Lámreni, por si lo veíamos o
notábamos algo distinto… pero todo siguió igual que cuando llegamos, con un
tranquilo cielo azul no tan brillante como el nuestro pero también muy hermoso,
pájaros a los que la pompa esquivaba de vez en cuando y la misma belleza
boscosa de la cordillera, llamada, según nos enteramos más tarde, “Val de Boí”,
que en realidad es una parte de una extensa cadena montañosa a la que llaman
“Pirineos”. Esperamos un rato más, y decidimos pilotar la pompa, bajando a
veces algunos metros para ver detalles más de cerca. Cuál no sería nuestra
sorpresa cuando vimos ¡seres humanos! Pero no son como nosotros, son… ¡del
mismo color apagado y sin brillo de nuestros difuntos! Aunque lo que más nos
llamó la atención, fueron sus bocas, con dientes de un ligero tono amarillento,
a veces torcidos o con algo de corrosión, algunos huecos entre ellos, o si no,
añadidos de metal arriba y abajo… y observamos que cada una de esas personas
portaba uno o dos palos metálicos de vivos colores que iban clavando en el
terreno mientras caminaban, ignorando cuál podría ser su utilidad y
preguntándonos si tanto los necesitarían. ¡Qué delicia poder contemplar,
escuchar y observar a esos seres sin que ellos se dieran cuenta de nada gracias
a nuestra invisibilidad! Pero también disfrutamos mucho con el paisaje, con
tantas fuentes, tanta espuma de agua corriente entre hojas y flores, tantos
sonidos de vida… Hasta que llegamos a un claro con un terreno arbolado
delimitado por una tapia de piedra en el que también había una praderita, un
pozo, un circuito acuático, un molino con rueda de agua, muchas flores y una vivienda que tenía… una gran
galería de cristal que dejaba ver en su interior árboles frutales con sus
frutos bien maduritos, algunos distintos a los que habíamos visto y hortalizas.
Al otro lado de la casa, en una pradera con frutales y un pequeño habitáculo
muy bonito tallado en madera había gallinas correteando a las que una mujer
echaba sobras de verduras. Mrenyies y yo nos pusimos a discutir sobre qué hacer
en ese momento puesto que no descartábamos salir de la pompa e interactuar con
el entorno y… con esos seres humanos tan distintos de nosotros. Pero teníamos
miedo de que pasara algo raro al salir de la pompa. ¿Y si ésta desaparecía? ¿Y
si nos pasaba algo extraño a nosotros o no podíamos adaptarnos a ese hábitat y
enfermábamos? Por otra parte comprendimos que no podíamos irrumpir de repente
en la vida de esa mujer, por lo que nuestra salida debería realizarse por la
parte de la otra pradera con las flores, el pozo, el circuito de agua, la arboleda…
y allá fuimos. Antes hicimos unas pruebas y primero salió Mrenyies y volvió a
entrar, y lo mismo hice yo. No obstante no nos atrevimos a salir los dos a la
vez… de momento, aunque coincidíamos en que corría una muy agradable y
nutritiva fresca brisa que no era incompatible con nuestra naturaleza. Cuando
volví a salir, me abandoné por completo al placer de aquella deliciosa brisa,
el aroma de las flores y la curiosidad que me suscitaban éstas y todo lo demás.
Noté que necesitaba tocar y beber el agua así que me tumbé de cara a uno de los
espacios acuáticos del circuito y… sumergí mis manos, cogí, bebí… Me estaba
llenando de mucha energía… Entonces, no sé cómo, apareció un niño de unos tres
o cuatro años que me miraba fijamente y le sonreí. “- ¿Cómo te llamas
chiquitín? – le pregunté aun sabiendo que hablamos lenguas distintas y no nos
podríamos entender. Sin embargo, debió darse cuenta de lo que quería decirle
porque enseguida me respondió con una sola palabra entrecortada. “Ro- land”. Se
acercó más a mí, me senté y le acaricié con mi mojada mano su mejilla, notando…
que una especie de energía eléctrica que manaba de mi ser se traspasaba a su
cuerpecito, haciéndole, qué extraño, un gran favor… no sabiendo en ese momento
por qué. Después de eso, dijo más palabras con su nombre, que, como luego me
enteré, significaban simplemente “Me llamo Roland” y acto seguido vi aparecer,
detrás de uno de los floridos arbustos a una mujer que debía de ser su madre
exclamando algo, mirándonos con mucho asombro al niño y a mí… y llorando. Se
puso a hablar y como no la entendía me expresé en mi lengua para que se
enterara de que hablamos de manera diferente y pude hacerle comprender, por
señas, cuál es mi nombre. Se sacó de su bolsillo un plano aparato rectangular.
Se llama “móvil”, sirve para comunicarse a distancia y lo usan mucho los seres
humanos terrícolas. Así que yo miraba fascinada cómo hablaba mientras sostenía
ese artilugio pegado a su oreja y al poco rato llegó la mujer a la que habíamos
visto echar comida a las gallinas, que se mostró visiblemente asombrada, decía
muchas cosas, al mismo tiempo que yo me comunicaba con ella como podía y le
dije a Mrenyies que ya iba siendo hora de que él también se presentara y
saludara, de modo que cuando apareció, enmudecieron, y no es para menos,
teniendo en cuenta que en la Tierra, la tecnología de nuestra pompa, la
invisibilidad, los viajes inter-dimensionales… son solo fantasía.
Testimonio del niño terrícola, Roland.
“
Estaba bebiendo esa chica. ¡Era un dibujo animado! Me acarició. Me puse muy
contento, y por eso mi mamá también se puso contenta. Y luego salió, con magia,
un chico “dibujo animado”.
Testimonio de
Dora, la madre de Roland.
Yo
iba detrás de mi hijo, observándole, porque vi que realmente había mejorado con
la dieta y el dióxido de cloro por vía oral y justo aquel día empezaría con los
enemas. Sin duda le encontraba más alegre y tranquilo y cuál no fue mi sorpresa
cuando le oigo decir “me llamo Roland”. Al pasar al otro lado de los rosales y
majuetos, vi que junto a él y uno de los estanques, había sentada una extraña y
bellísima mujer, que por su tono y brillo de piel, cabello y ojos, por su
sonrisa, que mostraba unos dientes perfectos y anormalmente blancos, de un
blanco níveo… se parecía a un dibujo animado. Pensé que todo eso, sus dientes,
su piel de color fucsia, su pelo uniformemente amarillo con esos destellos, sus
brillantes ojos azules… era todo artificial, conseguido a base de lentillas,
sofisticados tintes, prótesis, operaciones de pigmentación… Así que yo
“flotaba” ante aquella presencia tan decorativa y el increíble detalle de que
mi hijo pronunciara por primera vez una frase de tres palabras con esa
claridad, esa entonación, esa alegría… y lloraba… “-Roland, cariño, ¡Ya has
empezado a hablar!” y vi que estaba embelesado con la extraña mujer. Le pregunté
si era amiga de mi hermana, porque ella no me había dicho que hubiera invitados
en la finca, que mi hijo es autista y era la primera vez que le oía tres
palabras juntas… No me respondió al principio y después se expresó en un
extraño idioma que no era esperanto ni inglés… ¿quizá eusquera? Pero me
resultaba extraño que aun siendo vasca no supiera el castellano… y no entendía
que mi hermana hubiera hecho amistad con alguien que no es esperanto- hablante
y que ni siquiera sabe inglés, catalán o castellano… Al final comprendí (o creí
comprender porque ya estaba dudando de mi cordura) que me decía cuál es su
nombre, saqué el móvil de mi bolsillo y llamé a mi hermana, quien, al
preguntarle y contarle a medias la historia se quedó muy sorprendida y me dijo
“Ahora mismo voy para allá. Tú ten cuidado” , así que deseé, con cuidado o sin
él, que la extraña mujer siguiera ahí presente para cuando llegara y de esa
manera confirmar que todo es cierto…
Testimonio de Montse, la hermana de Dora.
Dejé inmediatamente de echar la comida a las gallinas después de esa
insólita historia que me había relatado mi hermana al teléfono para dirigirme a
donde se encontraba no sin cierto temor. Cuando llegué, vi que se había quedado
corta en la descripción de la chica. ¡Se asemejaba mucho a un dibujo animado en
3D! Le pregunté varias cosas en esperanto y no me respondía en ninguna de las
lenguas que yo conozco aunque intentaba hacerse entender como buenamente podía
y me estaba cayendo simpática. Cuando de repente, a unos pocos metros de
nosotros, apareció de la nada un hombre igual de colorido, brillante y
atractivo que ella y nos quedamos con la boca abierta; no sabíamos ni qué
decir.
Ellos se comportaban muy dulce y gentilmente con nosotras y el niño,
quien había ido a donde estaba ese hombre a tocarle, como es natural… al menos
en niños normales, para ver si era “de verdad” y lo poco que pudieron
transmitirnos, como es lógico, fueron sus nombres, él se llamaba Mrenyies y
ellas Mliashuay, y la sed que él tenía, que por eso se acuclilló, con toda su
hermosura y luminosidad, a beber agua del estanque del circuito de piscinas naturales
de mi finca.
Me
fui recuperando de la impresión al pensar que tal vez mis dudas acerca de los
relatos que circulan por Internet sobre extraterrestres, intraterrestres, seres
inter-dimensionales, reptilianos, hadas, elfos, etc. se fueran esclareciendo.
Puesto que el destino o la suerte habían
puesto en mi camino a esas dos personas tan especiales decidí que intentaría
convencerles para que se alojaran un tiempo en mi hogar, y enseñarles, para
poder comunicarnos después, una de las lenguas más fáciles de aprender: el
esperanto. Así que se lo dije a mi hermana y nos presentamos con un par de
besos que… nos transmitieron, sin saber por qué, mucha paz. El contacto físico
con esos seres, por decirlo de algún modo nos encendió una bombilla interior
que estaba sin estrenar… o poco usada. Y sorprendentemente, para nuestro mayor
gozo, ellos accedieron a ir con nosotros y cuando les hicimos comprender que mi
casa también era la suya y les enseñamos su dormitorio, se mostraron
encantados, así que mi deseo, al menos de momento, no se iba a truncar, y
efectivamente, no se truncó.
Testimonio de Pau, marido de Montse.
Mi cuñado y
yo habíamos vuelto de Balaguer, de haber pasado un buen rato charlando con
Josep Pamies, el empresario horticultor activista a favor de la soberanía
alimentaria, medicinal, energética… también llamado “el payés de la estevia”
que expone la dictadura de los intereses creados en relación a la industria
farmacéutica en contra de los remedios que curan y son más baratos como
plantas, dióxido de cloro, dietas… e impone, muy persuasivamente, la
sobre-medicación a través de las vacunas masivas, indiscriminadas y excesivas,
víctima de las cuales, a sus 18 meses, fue mi sobrino Roland, con una triple
que le produjo autismo. Mi cuñado y su esposa, la hermana de mi mujer, estaban
que no entendían nada, y nunca se perdonarán no habernos hecho más caso a
Montse y a mí, que a la propaganda oficial. Ahora están siguiendo unas terapias
alternativas con dietas especiales, pro- bióticos, enemas con dióxido de cloro…
etc y sí parece que se le ve mejorar al niño, por quien nos preguntó Josep,
siempre tan atento y sensible y le contamos los progresos, mostrándose, como es
habitual, visiblemente interesado. De ese tema, no sé cómo, quizá porque
expresamos nuestro deseo de que Roland tuviese un ángel de la guarda, lo cual,
desear eso, es muy natural, pasamos, qué casualidad, a otros temas menos
serios, o nada serios para mí, ya que hasta, e incluyendo, ese momento, mi
cuñado y yo siempre habíamos pensado que la existencia de seres distintos a
nosotros, espíritus, extraterrestres, gente con algún poder especial… solo eran
patrañas con las que no había ni que perder el tiempo, pero Josep tiene una
mentalidad más abierta a todo esto. Y es gracioso que ese día, después de esa
conversación, al volver a mi casa al anochecer, conociéramos Joan y yo a
Mrenyies y Mliashuay, a quienes Montse, con su salero, había llevado a
Esperantujo, aunque ellos no entendían “ni papa” del idioma en aquél momento
por mucho que hubiesen empezado a aprenderlo debido al empeño de ella. La mesa
estaba puesta con uno de los mejores manteles blancos, la vajilla de lujo,
bonitas velas, una sugerente ensalada con lechuga, gambas, patatas, hortalizas,
frutos y hojas de las plantas medicinales que crecen en nuestra galería-
invernadero de nuestra auto- suficiente vivienda y un asado de pollo de corral,
que olía que alimentaba.
Sin embargo…
esos dos chicos con su indescriptible belleza, luminosidad, sonrisa nívea,
dulzura… a quienes Montse nos iba presentando en esperanto a Joan y a mí, y de
quienes recibimos una sensación extrañamente agradable a través del breve
contacto físico del saludo, también decoraban y… en cierto modo nutrían…
Testimonio de Joan, padre de Roland.
Cuando Dora me explicó en esperanto que Roland le había dicho a
Mliashuay cómo se llama, con ese nivel de conciencia, esa alegría, y viéndole
en ese momento fijar por primera vez en mucho tiempo la mirada en alguien, pues
no les quitaba ojo a los extraños chicos, fue como si apareciera ante mí de
repente el paraíso. Tanto es así, que casi no tenía hambre. Mi hijo estaba
embobado con esa pareja y yo me había quedado hipnotizado con él. Todo en ese
instante fue… mágico… y poético. Me daba la sensación de que los problemas se
iban a arreglar y no deberíamos tener más miedo, de que parte de la
conversación que tuvimos con Josep Pamies encajaba con lo que estábamos
viviendo en esos primeros instantes de relación con esos seres que parecían ser
sus ángeles de la guarda.
Roland cenó su
ración de esa dieta libre de gluten, proteína láctea, azúcar y soja, que
consistió esa vez en un plato de espinacas de la galería con trozos de agujas pacientemente
desmenuzados por mi mujer, debido a la cantidad de espinas que posee ese
pescado azul y aceite de oliva con un poquito de jugo de un limón también de la
galería- invernadero y acompañado por un trozo de pan de nuez pecana del nogal
de la misma galería, elaborado por mi cuñada. Y después fuimos a llevarle al
aseo, para ponerle por primera vez el enema con dióxido de cloro, pero como no
quería apartarse de esa pareja, e intuyendo Dora y yo que ellos son sensibles
al tema médico y le beneficiarían, les hicimos entender como pudimos la situación
y accedieron muy gustosos a acompañarnos. A esa primera experiencia de
desparasitación la califico de agridulce ya que por una parte, daba espanto y
tristeza ver las tenias de hasta medio metro que habían salido del cuerpo de mi
hijo cuando comprobamos después que éstas se hinchaban con el agua caliente en
vez de deshacerse si hubieran sido solo mucosidades, pero por otra, eso
indicaba que estábamos en el buen camino y que así debíamos seguir para
liberarle de las causas de su mal.
Nuestras primeras impresiones.
Mliashuay y yo vimos que querían entablar amistad con nosotros y nos gustó mucho el dormitorio comunicado con un cuarto de baño y vistas al circuito acuático, el jardín, la cordillera boscosa y la estrecha carretera de acceso a la propiedad que nos ofrecieron. Nos hizo gracia intuir que el contacto físico a modo de saludo con nuestros semejantes de aquella dimensión les había arreglado algo física y anímicamente aunque con quien más claramente lo notamos fue con Roland, el niño, y claro, ya vimos que tenían que curarle de algo, que le habían sacado con uno de sus métodos médicos unos parásitos... Y mientras, íbamos aprendiendo algunas palabras en esperanto.¡ Qué fácil nos resultó ese código comunicativo! A los cinco días lo hablábamos, leíamos y escribíamos correctamente y también... notamos que Roland, aunque seguía con su tratamiento, no estaba tan necesitado de nuestra energía y en cambio rebosaba felicidad y captaba ese idioma casi tan rápido como nosotros, e incluso a veces iba a nuestra clase ya que no quería separarse de nuestro lado, y medio sabiéndolo, hablaba cuanto quería.
El esperanto, es una lengua artificial creada por un hombre, Zamenhof, a finales del siglo XIX, en 1887, según la época por la que se rige la sociedad occidental de la dimensión "Tierra", no tiene excepciones, ni formas irregulares y es muy fácil de pronunciar.En la zona en la que nació y vivió este hombre, había distintas comunidades humanas: polacos, judíos, alemanes, rusos y lituanos, y al darse cuenta de que sus diferencias lingüísticas podían causar conflictos, se motivó para buscar una solución al problema. Se le adelantó en aquellas fechas, concretamente en 1879, el volapük (volapuko en esperanto), otro idioma fácil que aprendió el mismo Zamenhof que era muy políglota, inventado por un hombre casi de la misma comunidad que él, el "sacerdoto"( más adelante explicaremos qué significa) Johann Martin Schleyer, solo que al ser más sencilla aún la gramática del esperanto, aquél cayó en desuso. Sin embargo, lo que nos sorprendió mucho fue que Montse, Dora, Pau, Joan, Ana, Esther, Judith, Albert, Josep... nos contaran que Zamenof quisiera algo así como una herramienta lingüística para ayudar a los seres humanos a... " quererse más"... debido a que con sus diferentes lenguas y... "creencias"... no se querían lo suficiente.
Diálogo en clase.
- Y ahora con este dibujo, y debajo su palabra, sabreis qué significa.- dijo Montse en esperanto mientras mostraba una de sus grandes láminas plastificadas en la que se veía una imagen de hombres... matándose mutuamente.
-" Milito".- leyó.- Su verbo es "militi".
Sabíamos que todos los sustantivos acaban en "O" y los verbos en infinitivo en "I", pero ese concepto, y ligado al mismo sus palabras, no existen en nuestra dimensión, así que nos costó mucho, muchísimo entenderlo.
- ¿Qué es "milito"? ¿ qué hacen esos hombres que parece que están dándose muerte los unos a los otros?.
Montse se quedó un momento mirándonos con una mezcla de fascinación y sorpresa antes de responder con su pregunta.
- ¿En vuestra dimensión no existen las "militoj"? ¿ no os dais muerte unos a otros?.
- ¡Cielos santo, no! ¿aquí sí?.- respondimos ya hasta con algo de miedo.
- Tranquilos. No es lo habitual, ni un deporte, ni algo que suceda todos los días, ni siquiera lo desea la mayor parte de la población.- se quedó un poco callada pensando qué seguir diciendo.- ¿Cuál es vuestro estilo de vida en vuestra dimensión? Es que parecéis "angxeloj".
- ¿Qué son "angxeloj"?. Y nos mostró un dibujo de unos bellos seres humanos con grandes alas.
- ¡Oh! ¿Es otra clase de humanos? ¿ y no se matan entre ellos?.
-No, es fantasía. Son seres fantásticos que representan el amor, y no, no se matan entre ellos.
-Antes has dicho que la mayoría de vosotros no queréis la "milito". Entonces, ¿ es una especie de enfermedad y se matan mutuamente quienes están enfermos?
- Quizá tengas razón en que es una especie de enfermedad pero ojalá fueran a la milito solo quienes lo desean. Hubo y hay mucha gente que va obligada a "militi".
- ¿Por qué? No lo entiendo. ¿Cómo puede sentirse alguien obligado a comportarse como si también estuviera enfermo?
-¡ Ja,ja,aj,aj,aja,jaa...! Vuestro mundo debe ser maravilloso. Tanto que habéis curado al pequeño Roland. Sois "angxeloj" de verdad y no lo sabéis ¿En vuestro mundo no hay gente que os diga qué es lo que tenéis que hacer, que os ordene ir a la "milito"... ?¿no existe la medida de intercambio de bienes y servicios que aquí en esperanto llamamos "mono" o "valuto" si nos referimos al "mono" que circula en un país?
Nos enseñó un dibujo con unas manos. Una daba a la otra unas cosas rectangulares y redondas. Pues no, tampoco sabíamos qué eran la "valuto" y el "mono" y cuando nos explicó que es una medida para el intercambio a la que todo el mundo está "atado" para poder funcionar, nos pareció estúpido.
- Y hay personas que debido a lo "atadas" que se sienten.- y que están.- al mono versus valuto, se sienten obligadas a obedecer órdenes injustas, a vender "armoj", a matar a sus semejantes...Y ahora quiero que me contéis cosas de vuestro espacio paralelo.
- Pues... somos libres para construir, investigar, estudiar, confeccionar e intercambiar lo que queramos y nunca nos sentiríamos obligados a hacer cosas horribles porque no estamos atados a ningún "mono" y jamás se nos ha ocurrido dejar de querernos tanto como para hacer "militos".
( continúa aquí )
Mliashuay y yo vimos que querían entablar amistad con nosotros y nos gustó mucho el dormitorio comunicado con un cuarto de baño y vistas al circuito acuático, el jardín, la cordillera boscosa y la estrecha carretera de acceso a la propiedad que nos ofrecieron. Nos hizo gracia intuir que el contacto físico a modo de saludo con nuestros semejantes de aquella dimensión les había arreglado algo física y anímicamente aunque con quien más claramente lo notamos fue con Roland, el niño, y claro, ya vimos que tenían que curarle de algo, que le habían sacado con uno de sus métodos médicos unos parásitos... Y mientras, íbamos aprendiendo algunas palabras en esperanto.¡ Qué fácil nos resultó ese código comunicativo! A los cinco días lo hablábamos, leíamos y escribíamos correctamente y también... notamos que Roland, aunque seguía con su tratamiento, no estaba tan necesitado de nuestra energía y en cambio rebosaba felicidad y captaba ese idioma casi tan rápido como nosotros, e incluso a veces iba a nuestra clase ya que no quería separarse de nuestro lado, y medio sabiéndolo, hablaba cuanto quería.
El esperanto, es una lengua artificial creada por un hombre, Zamenhof, a finales del siglo XIX, en 1887, según la época por la que se rige la sociedad occidental de la dimensión "Tierra", no tiene excepciones, ni formas irregulares y es muy fácil de pronunciar.En la zona en la que nació y vivió este hombre, había distintas comunidades humanas: polacos, judíos, alemanes, rusos y lituanos, y al darse cuenta de que sus diferencias lingüísticas podían causar conflictos, se motivó para buscar una solución al problema. Se le adelantó en aquellas fechas, concretamente en 1879, el volapük (volapuko en esperanto), otro idioma fácil que aprendió el mismo Zamenhof que era muy políglota, inventado por un hombre casi de la misma comunidad que él, el "sacerdoto"( más adelante explicaremos qué significa) Johann Martin Schleyer, solo que al ser más sencilla aún la gramática del esperanto, aquél cayó en desuso. Sin embargo, lo que nos sorprendió mucho fue que Montse, Dora, Pau, Joan, Ana, Esther, Judith, Albert, Josep... nos contaran que Zamenof quisiera algo así como una herramienta lingüística para ayudar a los seres humanos a... " quererse más"... debido a que con sus diferentes lenguas y... "creencias"... no se querían lo suficiente.
Diálogo en clase.
- Y ahora con este dibujo, y debajo su palabra, sabreis qué significa.- dijo Montse en esperanto mientras mostraba una de sus grandes láminas plastificadas en la que se veía una imagen de hombres... matándose mutuamente.
-" Milito".- leyó.- Su verbo es "militi".
Sabíamos que todos los sustantivos acaban en "O" y los verbos en infinitivo en "I", pero ese concepto, y ligado al mismo sus palabras, no existen en nuestra dimensión, así que nos costó mucho, muchísimo entenderlo.
- ¿Qué es "milito"? ¿ qué hacen esos hombres que parece que están dándose muerte los unos a los otros?.
Montse se quedó un momento mirándonos con una mezcla de fascinación y sorpresa antes de responder con su pregunta.
- ¿En vuestra dimensión no existen las "militoj"? ¿ no os dais muerte unos a otros?.
- ¡Cielos santo, no! ¿aquí sí?.- respondimos ya hasta con algo de miedo.
- Tranquilos. No es lo habitual, ni un deporte, ni algo que suceda todos los días, ni siquiera lo desea la mayor parte de la población.- se quedó un poco callada pensando qué seguir diciendo.- ¿Cuál es vuestro estilo de vida en vuestra dimensión? Es que parecéis "angxeloj".
- ¿Qué son "angxeloj"?. Y nos mostró un dibujo de unos bellos seres humanos con grandes alas.
- ¡Oh! ¿Es otra clase de humanos? ¿ y no se matan entre ellos?.
-No, es fantasía. Son seres fantásticos que representan el amor, y no, no se matan entre ellos.
-Antes has dicho que la mayoría de vosotros no queréis la "milito". Entonces, ¿ es una especie de enfermedad y se matan mutuamente quienes están enfermos?
- Quizá tengas razón en que es una especie de enfermedad pero ojalá fueran a la milito solo quienes lo desean. Hubo y hay mucha gente que va obligada a "militi".
- ¿Por qué? No lo entiendo. ¿Cómo puede sentirse alguien obligado a comportarse como si también estuviera enfermo?
-¡ Ja,ja,aj,aj,aja,jaa...! Vuestro mundo debe ser maravilloso. Tanto que habéis curado al pequeño Roland. Sois "angxeloj" de verdad y no lo sabéis ¿En vuestro mundo no hay gente que os diga qué es lo que tenéis que hacer, que os ordene ir a la "milito"... ?¿no existe la medida de intercambio de bienes y servicios que aquí en esperanto llamamos "mono" o "valuto" si nos referimos al "mono" que circula en un país?
Nos enseñó un dibujo con unas manos. Una daba a la otra unas cosas rectangulares y redondas. Pues no, tampoco sabíamos qué eran la "valuto" y el "mono" y cuando nos explicó que es una medida para el intercambio a la que todo el mundo está "atado" para poder funcionar, nos pareció estúpido.
- Y hay personas que debido a lo "atadas" que se sienten.- y que están.- al mono versus valuto, se sienten obligadas a obedecer órdenes injustas, a vender "armoj", a matar a sus semejantes...Y ahora quiero que me contéis cosas de vuestro espacio paralelo.
- Pues... somos libres para construir, investigar, estudiar, confeccionar e intercambiar lo que queramos y nunca nos sentiríamos obligados a hacer cosas horribles porque no estamos atados a ningún "mono" y jamás se nos ha ocurrido dejar de querernos tanto como para hacer "militos".
( continúa aquí )